El pasado 26 de junio, todos mis planes veraniegos se marcharon de un plumazo. El subdirector de la empresa en la que trabajaba, me comunicó, de forma fría, anodina y totalmente impersonal que mi contrato rescindiría el 1 de julio. Lo encajé relativamente bien, sabía que era algo que podía ocurrir. "¿Qué vas a hacer ahora?" ha sido y aún sigue siendo la pregunta más repetida por mis compañeros y conocidos. ¿Ahora? Por lo pronto, reestructurar mi verano y, en septiembre, ya veré... Creo que me merezco dos meses de descanso después de 10 años dándolo todo de mí misma a no sé muy bien quién ni qué.
Así es que ahora... VERANO
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